El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2024 confirma a Chile como el mejor ecosistema emprendedor de América Latina, resultado de políticas públicas, creatividad y una red de colaboración público-privada. Expertos destacan la necesidad de superar el miedo al fracaso y cerrar brechas de género para sostener este crecimiento.
Más allá de la idea de una estructura rígida, es una red colaborativa que integra a comunidades, aceleradoras y asociaciones gremiales, con el respaldo de iniciativas públicas. Este dinamismo ha posicionado a Chile como un líder regional, un estatus que, según expertos y fuentes oficiales, se sustenta en una sólida base institucional y en el compromiso de sus protagonistas.
La reciente confirmación de Chile como el mejor ecosistema emprendedor de América Latina por el Reporte Nacional de Chile 2024 del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) no es casualidad, sino el resultado de un trabajo sostenido.
Elba Chahuán, vicepresidenta y fundadora de Unión Emprendedora, destaca que este logro se debe a “políticas públicas innovadoras que abrieron camino, como Start-Up Chile; la creatividad y el empuje de los emprendedores, y el trabajo conjunto entre distintos actores, desde el sector privado hasta las universidades”.
En la misma línea, Nicolás Uranga, director ejecutivo de Emprende tu Mente, subraya tres factores clave: “políticas públicas sólidas y programas emblemáticos”, una “cultura de colaboración” que fomenta las “conexiones improbables” entre grandes empresas y startups, y el “talento y la mentalidad emprendedora”, que ha llevado a los chilenos a creer en su capacidad para innovar y competir en mercados globales.
Los cimientos del ecosistema
El ecosistema no solo se nutre de la colaboración informal, también cuenta con una sólida estructura de apoyo. La Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH) se erige como la voz del sector, con más de 52 mil socios a lo largo del país, según los datos de su propio sitio web. Su rol es defender los derechos de los emprendedores, influir en la agenda pública y simplificar los caminos para hacer negocios.
Complementariamente, G100 es una corporación que inyecta vida a nuevos proyectos a través de iniciativas como el campeonato Nada Nos Detiene, que entrega financiamiento y fomenta la creación de redes.
Por su parte, el Estado es un actor fundamental. A través de la aceleradora pública Start-Up Chile, bajo el alero de CORFO, se ha logrado potenciar proyectos tecnológicos para que escalen a nivel global. En este entramado, Sebastián Rodríguez Undurraga, gerente general de Emprediem, subraya que CORFO es “una envidia en el resto de Latinoamérica, que confía en emprendimientos en etapas tempranas y organizaciones que fortalecen el ecosistema, permitiendo fortalecer un ecosistema y la vinculación público-privada”.
Un análisis de CORFO en 2021, citado en el informe de la Dirección de Presupuestos (DIPRES), reveló que las empresas de este portafolio generaron más de 26 mil empleos en Chile y levantaron capital por sobre los $2 mil millones de dólares, demostrando el impacto de esta política pública.
Conexiones que impulsan el crecimiento
El camino del emprendedor rara vez se recorre en soledad. Las redes de apoyo son un pilar fundamental para superar los desafíos inherentes al proceso. En Chile, existen múltiples espacios que facilitan el networking y la conexión entre pares. Eventos como el ETM Tuesday, organizados por Emprende tu Mente y Fundación Chile, se han convertido en un punto de encuentro que busca generar “la conexión de pares improbables”.
De manera similar, la comunidad global Startup Grind actúa como un faro con sus charlas y competencias de pitch, mientras que comunidades como El Ecosistema Startup han construido espacios de contención vitales para superar los desafíos.
Desafíos pendientes para el emprendimiento
Si bien el ecosistema goza de un buen momento, los estudios oficiales advierten sobre desafíos estructurales que persisten. El Reporte GEM 2024 señala el miedo al fracaso y la brecha de género como obstáculos que frenan la transición de la idea a la acción. Para Patricio Rojas, director ejecutivo de Endeavor Chile, la solución pasa por “fortalecer una cultura que valore el riesgo y la innovación para seguir impulsando este crecimiento sostenido”. Rojas también insiste en la necesidad de “reducir las brechas regulatorias que promuevan marcos normativos más ágiles”.
El abordaje de estos desafíos pasa, en gran parte, por las comunidades y los programas de apoyo. Valentina González, gerenta general de Socialab, afirma que “quienes formamos parte del ecosistema debemos asumir un rol más activo” y propone medidas concretas, como establecer cuotas, para impulsar la participación de las mujeres.
Para combatir el miedo al fracaso, González destaca la importancia de “seguir dando a conocer no solo casos de éxito, sino también historias de personas que lo intentaron y no les funcionó, destacar qué aprendí de esa experiencia y cómo la próxima vez lo puedo hacer mejor”.
En este sentido, Nicolás Uranga agrega que el fracaso es parte del proceso y que es importante “romper ese estigma al tratar algo y que no resulte”, un mensaje que su organización promueve a través de una sección dedicada al fracaso en su evento EtMday. “Si mantenemos este impulso, más personas se atreverán a emprender sin temor, alimentando un círculo virtuoso de inclusión y desarrollo sostenible”, concluye Uranga.
En definitiva, el futuro del emprendimiento en Chile es prometedor, pero requerirá de una visión de largo plazo y de una colaboración multisectorial para consolidar los logros y superar los desafíos que persisten. La colaboración, la visibilización de referentes diversos y el fortalecimiento de las redes de apoyo seguirán siendo los pilares para construir un ecosistema más inclusivo, resiliente y sostenible.
Por: Diario Sustentable